
El entusiasmo, pasión, fervor, ánimo, como usted lo quiera llamar es un ingrediente primordial para cualquier tipo de prosperidad. Las Escrituras nos dicen en 2da de Crónicas 31:21: “Lo hizo de todo corazón y fue prosperado.”
El entusiasmo se debe cuidar mediante nuevas acciones, siempre recordando y reenfocándose en la meta principal. Cuando la pasión desaparece es por nuestra propia culpa de no alimentarla.
Muchas veces el entusiasmo depende de nuestra disposición y actitud. Algunas personas se congelan durante el invierno, otras salen a esquiar. Una actitud positiva siempre crea resultados positivos. La actitud es algo pequeño que hace una gran diferencia. La depresión, la tristeza, el pesimismo, la desesperación, el desaliento y el temor matan más seres humanos que todas las enfermedades juntas.
Muchas veces vivimos y actuamos como si las cosas materiales, la comodidad y los lujos son esenciales para una vida feliz. En realidad lo que necesitamos es estar apasionados por algo, y déjeme sugerirle, que no es tanto por algo, si no por alguien, que se llama Jesús. La Biblia describe a Juan el Bautista como “una antorcha que ardía y alumbraba. “ Lleno de fuego, pasión, ánimo, aunque estaba en el desierto, vestía ropa hecha del cuero de camello, y comía grillos.
Tu puedes ser una luz en el mundo, pero nadie lo va a saber a menos que encienda el interruptor. Si tú vives una vida de negativismo ya estás derrotado, sin aún haber comenzado. El pesimista está preocupado de continuo, y no ve ni las puertas de entrada, ni las de salida, sino solo puertas cerradas. “Caminante, no hay camino…. Se hace camino al andar.”
Si te sientes en oscuridad, enciende una vela. Si te sientes con frío, enciende una hoguera.
El Señor hizo el Sol, el cual está a 93 millones de millas de distancia y posee una temperatura aproximada de 10 mil grados Fahrenheit en su superficie. Si necesitas darle un poco de calor, pasión, encender esa llama en tu vida, acércate al Creador. El sabe como encender y mantener el fuego vivo en la antorcha para que arda y alumbre.
Dios llama a Sus ministros (servidores) “llamas de fuego.” Hebreos 1:7
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