
La devoción por el contrario, alcanza a Dios. Va mas allá de las paredes del edifico de una iglesia hacia las calles, en nuestros carros, en nuestros trabajos, en nuestras casas. Toca las fibras mas internas de nuestro ser; permanece con nosotros cuando nos acostamos, y al despertarnos todavía está allí. “Así que si coméis o bebéis o haced cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Una vida de pasión hacia Dios no está limitada a una actividad en particular, o a un tiempo o día de la semana, o a un lugar; es un estilo de vida que toma las 24 horas del día de nuestras vidas.
La devoción se alimenta de la oración ferviente, de la meditación en la Palabra de Dios, de responder al Espíritu en humildad y obediencia. Se expresa en canto y alabanza a Dios. Hace que su poseedor ria y llore de gran emoción por las cosas de Dios. La religiosidad es movida por un sentido de deber y es mecánica; la devoción es motivada por amor ferviente y es espontánea. ¿Cual de las dos posees tú?
La devoción a Dios hace que la vida esté llena de pasión, libre de religión. Experiméntala por ti mismo(a).
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